lunes, 26 de marzo de 2012

Los Cristianos ante la Huelga General.

Os dejamos la carta (reflexión) de Jose L. García Vaquero (Militante de la HOAC y Trabajador de F. Cáritas Chavicar):


Ante la anunciada huelga general convocada por los sindicatos para manifestar su desacuerdo por la última reforma laboral aprobada el pasado mes de febrero,  en mi condición de cristiano y trabajador voy a plantear una pequeña reflexión, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, para que los creyentes nos podamos plantear libremente nuestra postura ante dicha huelga general. “La participación es uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además de una de las mejores garantías de la democracia …. Toda democracia debe ser participativa(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 109)
Nos encontramos con la 16ª reforma del mercado de trabajo en democracia. Hasta ahora las sucesivas reformas tanto de uno como de otro gobierno, no han conseguido el objetivo para el que fueron creadas, que era y es la creación de empleo, pues nunca habíamos alcanzado un índice tan alto de desempleo. “Los pobres aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano” (Juan Pablo II, Laborem exercens, 8)
Una vez más la economía está marcando el ritmo de las diferentes políticas que los últimos gobiernos que nos han dirigido han llevado a cabo. Dichas políticas, las que se vienen practicando desde hace años y las que se están aplicando con la actual crisis, suponen un grave retroceso en el reconocimiento práctico de los derechos sociales. No se puede continuar poniendo el lucro y el beneficio económico por encima de los valores humanos. “Si el funcionamiento y las estructuras económicas de un sistema productivo pone en peligro la dignidad humana del trabajador o debilitan su sentido  de responsabilidad,  hay que afirmar que este orden económico es injusto” (Juan XXIII, Mater et magistra, 83)
Los derechos laborales son una conquista alcanzada con mucho esfuerzo y sacrificio. Una conquista lograda en la lucha por la dignidad de las personas. El reconocimiento de los derechos sociales y laborales (aun hoy logrado sólo para una pequeña parte de la humanidad) ha encontrado, siempre, mucha resistencia por parte de los más poderosos económicamente. “El funcionamiento de una economía enferma y las decisiones políticas que se han tomado, están deteriorando las condiciones laborales y debilitando las redes de protección social, con grave peligro para los derechos de los trabajadores” (Benedicto XVI, Caritas in veritate 25).
Ante la actual situación económica y sobre todo social, como cristianos debemos  hacernos las siguientes preguntas: ¿A quién perjudican y a quien favorecen las actuales políticas? ¿Para cuándo una política económica y social que responda a las verdaderas necesidades de todas las personas? ¿Cuál debe ser la implicación y participación que como creyentes hemos de adoptar en estos momentos? Como dijo Juan Pablo II en septiembre del 2004 en Toronto a la Asamblea de Naciones Unidas: “Las necesidades de los pobres deben tener preferencia sobre los deseos de los ricos, los de derechos de los trabajadores, sobre el incremento de los beneficios”